Esto es el principio de un sueño. De mi sueño de libros y libertad. Este Ángel que me sigue, tan terrenal, tan cercano, velará para que se realice. No dejará que me pierda en el marasmo de las cosas sin valor, en la nada de la memoria perdida. Vigilará para que nada me distraiga ni me confunda, para que no abandone ni mis ilusiones de niña, ni mis utopías adolescentes. Esto es el principio de mi sueño y mi futuro.

martes, 20 de abril de 2010

El cuaderno dorado. Doris Lessing


Doris Lessing es fundamentalmente y sobre todo, británica. No pude imaginar cuando comencé este libro, que había vivido hasta los 30 años en Zimbabwe, la Rodhesia del Sur actual. Es su prosa occidental, y sus problemas y su forma de encarar la vida. Dos matrimonios fallidos y una militancia comunista no pueden pasar sin dejar huella y así se refleja en El Cuaderno dorado.
Leí este libro hace mucho, mucho tiempo. Quizá a una edad que no debería, simplemente porque las vivencias que relata me resultaron difícilies de casar con las mías. La historia de una mujer madura con sus desencantos, sus miedos, ... divorciada y comunista. El libro son 4 cuadernos (rojo, negro, azul y amarillo) en los que Ana intenta reflejar sus diferentes facetas: política, sentimental, vital, ... pero ninguno de ellos es, lógicamente, Ana, así que surge El cuaderno dorado como resumen y compendio de los demás.
No he querido releerlo antes de escribir estas líneas, porque quería transmitir los sentimientos que me provocó entonces: la soledad que percibí en las palabras de Ana, el desencanto de la militancia, las preguntas sobre su condición de mujer sola que no quiere estarlo, su pelea contra lo convencional, contra lo establecido.
Me dejó un regusto amargo entonces porque transmite todo él un desencanto y un fatalismo envolvente. Una generación que creyó en la utopía y que agoniza ante la visión de lo que queda de todo ello.
He aprendido con el tiempo a ver la parte de lucha, de búsqueda, de valor para preguntarse todo el tiempo quién es y dónde está. Quizá según me hago mayor me acerco más a ese mundo de certezas que ya no lo son, de huídas, de desencuentros y desengaños, pero porque ahora lo conozco, lo valoro más, ahora puedo medir su valentía.
No es fácil escoger un trocito que muestre un poco de lo que es. Como Ana, el libro es cambiante, sus diálogos son largos, los temas que trata son variados y un fragmento a penas nos dirá nada, pero por no romper la norma que me he impuesto de hacer llegar una parte de lo que hablo a los demás, he elegido esta:

"- Yo no soy todos los jóvenes. Soy Saul Green. No me extraña que me haya tenido que ir de América. No queda nadie que hable mi lengua. ¿Qué les habrá pasado a todos los que conocía antes? Éramos todos los que íbamos a cambiar el mundo. Ahora atravieso el país visitando a mis antiguos amigos, y están casados o han hecho carrera, conversando privadamente con ellos mismos, borrachos, porque los 'valores americanos' están podridos.
Me reí por la manera hosca como dijo la palabra 'casados'. Levantó los ojos para ver de qué me reía, y aclaró:
- Ah, sí, sí; lo digo en serio. Entro en el hermoso piso nuevo de un viejo amigo y le pregunto: "Oye, ¿qué te propones con este trabajo? Tú sabes muy bien que está podrido,  sabes muy bien que te estás destrozando". Y él me replica: "Pero ¿y la mujer y los hijos?". Y Yo: "Es cierto lo que he oído, que has delatado a viejos amigos?". Traga rápidamente otra copa y se defiende: "Pero, Saul, tengo que pensar en la mujer y los niños". ¡Sí! ¡Por eso odio a la mujer y a los niños! Tengo mi razón para odiarlos. Muy bien, ríete; ¿habrá algo más divertido que mi idealismo? ¡Ya lo sé, está tan pasado de moda y es tan ingenuo! Hay cosas que al parecer ya no se las puedes decir a nadie: que no debería vivir como lo hace. ¿Por qué lo haces? Ésta es la pregunta que no puede hacer, si no quieres quedar como un mojigato. No sirve de nada decirlo, por otra parte, porque hay un tipo de coraje que la gente ha perdido. A principios de año debería haberme ido a Cuba con Castro para que mataran."