Esto es el principio de un sueño. De mi sueño de libros y libertad. Este Ángel que me sigue, tan terrenal, tan cercano, velará para que se realice. No dejará que me pierda en el marasmo de las cosas sin valor, en la nada de la memoria perdida. Vigilará para que nada me distraiga ni me confunda, para que no abandone ni mis ilusiones de niña, ni mis utopías adolescentes. Esto es el principio de mi sueño y mi futuro.

lunes, 21 de junio de 2010

Ensayo sobre la ceguera. José Saramago.

"Entraré en la nada y me disoveré en ella" (José Saramago)


 

Quizá es una sugerencia demasiado obvia. Nos falta Saramago desde hace pocos días y ya parece eterno este tiempo sin él. Portuñol, que me gusta decir que era: así decía un amigo a esa lengua mezclada de castellano y portugués y así me pareció siempre él: de aquí y de allí, a pesar de la mezquindad de algunos, de todos los sitios: palestino, saharaui, mejicano, ... ¿dónde encontrar un desarrapado que no compartiese su aliento? No soy objetiva casi nunca, pero en el caso de él, aún puedo serlo menos. Se aprovechó de su fama, de su repercusión para dar voz a los que no la tenían, y hoy son, somos todos un poco más pobres, un poco más tristes y hace más frío, mucho más frío.
He escogido este Ensayo sobre la ceguera, porque lo leí hace poquito y lo tengo fresco. Me divertí mucho leyéndolo porque coincidió en el tiempo con la locura de la "gripe A" y, en muchos momentos, no sabía si estaba leyendo una crónica periodística y o el libro. ¡Qué bien nos conoce! ¡Qué bien atina a describirnos, a describir esta sociedad histérica, absurda, loca! Él no juzga, sólo cuenta y nos cuenta la fragilidad de este montaje que hemos urdido entre todos, todo puede cambiar de pronto y no podremos hacer nada por evitarlo: ahora puede ir mejor, ahora peor: el destino.
Como siempre, os reproduzco un pequeño fragmento, espero que deseeis leer el resto si aún no lo habéis hecho. Disfrutadlo.

"... En aquel mismo instante se oyó una voz fuerte y seca, de alguien, por el tono, habituado a dar órdenes. Venía de un altavoz colocado encima de la puerta por la que habían entrado, la palabra Atención fue pronunciada tres veces, luego empezó la voz, El Gobierno lamenta haberse visto forzado a ejercer enérgicamente lo que considera su derecho y su deber, proteger por todos los medios a su alcance a la población en la crisis que estamos atravesando, cuando parece comprobarse algo semejante a un brote epidémico de ceguera, provisionalmente llamado mal blanco, y desearía contar con el civismo y la colaboración de todos los ciudadanos para limitar la propagación del contagio, en el supuesto de que se trate de un contagio y no de una serie de coincidencias por ahora inexplicables. La decisión de reunir en un mismo lugar a los afectados por el mal, y en un lugar próximo, pero separado, a aquellos con los que mantuvieron algún tipo de contacto, no ha sido tomada sin ponderar seriamente las consecuencias. El Gobierno conoce plenamente sus responsabilidades, y espera que aquellos a quienes se dirige este mensaje asuman también, como ciudadanos conscientes que sin duda son, las responsabilidades que les corresponden, pensando que el aislamiento en que ahora se encuentran representará, por encima de cualquier otra consideración personal, un acto de solidaridad para con el resto de la comunidad nacional. Dicho esto, pedimos la atención de todos hacia las instrucciones siguientes, primero, las luces se mantendrán siempre encendidas y será inútil cualquier tentativa de manipular los interruptores, que por otra parte no funcionan, segundo, abandonar el edificio sin autorización supondrá la muerte inmediata de quien lo intente, tercero, en cada sala hay un teléfono que sólo podrá ser utilizado para solicitar del exterior la reposición de productos de higiene y limpieza, cuarto, los internos lavarán manualmente sus ropas, quinto, se recomienda la elección de responsables de sala, se trata de una recomendación, no de una orden, los internos se organizarán como crean conveniente, a condición de que cumplan las reglas anteriores y las que seguidamente vamos a enunciar, sexto, tres veces al día se depositarán cajas con comida en la puerta de la entrada, a la derecha y a la izquierda, destinadas, respectivamente, a los pacientes y a los posibles contagiados, séptimo, todos los restos deberán ser quemados, considerándose restos, a todo efecto, aparte de la comida sobrante, las cajas, los platos, los cubiertos, que están fabricados con material combustible, octavo, la quema deberá ser efectuada en los patios interiores del edificio o en el cercado, noveno, los internos son responsables de las cansecuencias negativas de la quema, décimo, en caso de incendio, sea éste fortuito o intencionado, los bomberos no intervendrán, undécimo, tampoco deberán contar los internos con ningún tipo de intervención exterior, en el supuesto de que sufran cualquier otra dolencia, y tampoco en el caso de que haya entre ellos agresiones o desórdenes, duodécimo, en caso de muerte, cualquiera que sea la causa, los internos enterrarán sin formalidades el cadáver en el cercado, decimotercero, la comunicación entre el ala de los pacientes y el ala de los posibles contagiados se hará por el cuerpo central del edificio, el mismo por el que han entrado, decimocuarto, los contagiados que se queden ciegos se incorporarán inmediatamente al ala segunda, en la que están los invidentes, decimoquinto, esta comunicación será repetida todos los días, a esta misma hora, para conocimiento de los nuevos ingresados. El Gobierno y la Nación esperan que todos cumplan con su deber. Buenas noches"



martes, 1 de junio de 2010

Anillos para una dama. Antonio Gala.



Quizá Gala es más conocido por cosas que no tienen que ver con sus escritos. Es uno de los escritores más comprometidos con sus ideas. Rebelde, mordaz, inquieto, inusual, ... Apostó por un NO a la OTAN, apostó por la amistad hispano-árabe, apostó por una vida francamente nada convencional. Pareciera un perdedor, pero es grande y sereno. Es culto, tranquilo, inteligente y además de su vida, merece la pena su obra.
Anillos para una dama, es una visión desde el otro lado de la figura del Cid, o quizá, mejor, de la figura de Jimena, su esposa. Plantea una Jimena harta del mito, sobre todo de estar casda (viuda, en la obra) con el mito. Casada por conveniencia, enamorada ahora y presa de la sociedad bienpensante. Ávida de libertad, de amor, encerrada en su esperado dolor. Incomprendida por todos, los suyos y los otros. Rodeada de personajes todavía gobernados, dos años depués de su muerte, por ese omnipresente Cid Campeador.
Representa el absurdo de las convenciones y cómo pueden atenazar la vida, pero también el absurdo de esos héroes que nos salvan, quizá a nuestro pesar, que nadie reclama, que son sólo, como dice, un paréntesis que sólo sirve para entorpecer la lectura.
Está escrita como obra de teatro y, la atmósfera que crea, siempre pendiente de subrayar la atemporalidad de los diálogos, hacen que de veras, se nos olvide cuándo puede estar sucediendo, sólo pendientes del drama de una mujer amante, cautiva, sola.
Aquí os dejo un pequeño fragmento. Disfrutadlo.


"JIMENA.- ¡El ceñidor de la sultana ! Vale lo que toda Valencia… El verdadero tesoro del rey Alcadir… Regalos buenos sí que me hizo tu padre, la verdad. Hubiera estado orgulloso de verme entrar con él por las puertas de la catedral esta mañana. Siempre le gustó que fuese bien vestida… (A CONSTANZA.) Yo creo que le gustaba más vestida… (A MARÍA.) tu primo Minaya elegía los trajes y me los llevaba hasta Cardeña. Pero tu padre pagaba las facturas, eso sí. (Otro tono.) ¿Te acuerdas tú de San Pedro de Cardeña?


CONSTANZA.- (Mientras ordena la ropa.) ¡No ha de acordarse! ¡Ni que fuese tonta! Si era ya una mujer... Se casaron con los Infantes de Carrión al año y medio de salir de allí.

JIMENA.- (Divertida en el fondo.) ¡Hala! ¡Vaya mañana que lleváis el obispo y tú! De esas bodas no se habla... (Se acerca a MARÍA, le levanta la cara, le acaricia el entrecejo.) Entonces no tenías esta arruguilla que se te ha hecho aquí.

MARÍA.- (Apartándose.) Deja, mamá.

JIMENA.- (Un poco obsesiva.) ¿Qué te pasa, María? ¿Es que no eres feliz con tu marido?

MARÍA.- ¡Qué cosas tienes! Qué tendrá que ver mi marido con mi entrecejo... ¿Ni qué es eso de ser feliz con el marido?
JIMENA.- (A CONSTANZA.) Explícaselo tú, anda... Constanza, como sólo estuvo casada una semana, ha tenido mucho tiempo para imaginarse qué es ser feliz con el marido. Yo, mientras esperaba al mío, he perdido la vida. No sé qué es... (A CONSTANZA.) Díselo, díselo..."